Coincidiendo con la llegada del verano y como decían en aquella película (de cuya calidad no quiero acordarme y que sólo se veía salvada por la actuación tanto de Margot Cottens como de Maria Luisa Ponte, que por sí solas ya valían un Potosí…): “El turismo es un gran invento” y como tal hemos tratado de aprovecharlo en Alicante, desde hace más de 100 años.
No voy a entrar en si el modelo turístico que se explota es el óptimo o no, simplemente es el que tenemos. Siempre se ha tenido claro de que las playas y el sol se han vendido muy bien a ciudadanos de otras latitudes que carecían de él. Pero está claro que todo se agota y hay que evolucionar, porque los medios de comunicación son cada vez más baratos, más rápidos y más económicos y lo que antes ofrecíamos nosotros a un precio competitivo, ahora (aunque algo más lejos), lo ofrecen otros.
En fin, ni quiero, ni sé, ni voy a hacer ningún análisis sobre el turismo ni su evolución, simplemente, os voy a presentar una pequeña joya que ha llegado a mí: Un folleto turístico de 1957, cuando aún el turismo de masas aún no era una realidad.
El folleto, es tanto un reflejo de las costumbres, como de la ciudad y de la forma de hacer las cosas de hace 58 años. Al ser bastante extenso, lo voy a hacer en dos partes, la primera sobre las páginas interiores y la segunda, estará formada por la portada y contraportada y el plano de la ciudad en el interior.
Puerto, con barca y señorita.
El edificio Atalaya de Virgen del Socorro (el primero que aumentó desmesuradamente las alturas de Virgen del Socorro y propiedad del Conde de Casa Rojas), está sin concluir. Se hace mención a la antigüedad de la ciudad y las excavaciones del Tossal de Manises.
Entre los monumentos, se hace mención a la Casa-prisión de Jose Antonio, Colegio Menor del frente de Juventudes y lugar de muerte del profeta de la Nueva España.
Se habla de los dos castillos, aún no se menciona el ascensor y en el caso del de San Fernando, se describe como con “frondosos pinares, bellos paseos, hipódromo…”.
Aún sin el pavimento de teselas de mármol. Se habla del barrio de Santa Cruz y de los de Vistahermosa y Ciudad Jardín “cuajados de chalets de recreo”. Las playas, concluyen el comentario.
Curiosamente se habla de la plaza de la Reina Victoria y no de la de Calvo Sotelo. En el apartado de deportes, se mencionan los recintos de La Viña, Bardín, Montemar, Hipódromo , Puerto y el Frente de Juventudes.Se observa que aún no había desaparecido la barandilla modernista de piedra artificial, que rodeaba a la plaza y bajaba por las antiguas escaleras de pendiente más suave que las existentes, hasta la C/Jorge Juan. Entre las actividades culturales, se menciona los Seminarios de las F.E.T. y de las J.O.N.S.
Turno de las muchas fiestas y de la gastronomía provincial, entre ellos el ALLIOLI, a la que se califica como “salsa fuerte para el aliño de pescados y carnes asadas”.
Excursiones a varios puntos de la provincia, entre ellos a Denia, con una imponente pinada en La Granadella, “semejante a las pintorescas calas mallorquinas”.
En su lugar, hoy está el Edificio Alicante y con el Aula de Cultura y Biblioteca de la CAM. Texto dedicado a las comunicaciones, curiosamente sorprendentes en todos los casos, incluso teníamos, micro-taxis y gran turismo y una línea marítima con Fernando Poo (entre otras)…
Mi agradecimiento a Mª del Carmen Herencia Álvarez y a Carles Vela, gracias a los cuales he tenido acceso a este singular documento.
Y para acompañar, una canción que aunque parezca mentira, fue un éxito en 1957, una cancioncilla un tanto cursi llamada "Una casita en Canadá" en la vocecita de Elder Barber, una argentina que tuvo el honor de inaugurar la sala de fiestas Albany (situada en los bajos del Casino,en la Explanada) en 1959 y que se consideró una ventana a la "modernidad internacional"en aquellos años...