Es una pesadilla que todos hemos tenido, que algún día nos roben la ropa si vamos solos o en compañía de otros, cuando estamos en el agua (* OJO cuando digo playa, me refiero a una playa cualquiera, ni muchísimo menos a la de El Postiguet, cualquier playa de cualquier lugar del mundo sirve para ilustrar este artículo) dejándonos prácticamente como vinimos al mundo o casi. Sin ropa, sin dinero, sin llaves, sin documentación y lo que es peor ¡¡sin nuestro caro ipad o nuestra flamante tablet!! (por que sí, hay gente que se va cargada con esas cosas a la playa). La solución más inmediata es pedirle a la amable sra o al atento caballero que tienes al lado, que te eche un vistazo a tus cosas, pero ellos también se pueden despistar, así que lo definitivo es contratar una taquilla de esas que han aparecido este verano en El Postiguet (es la que yo he visto, no sé si las hay en las otras playas). Y si te quieres cambiar, pues también hay unas cortinas (las veo poco íntimas jaja, pero bueno).
Pero no es una cosa nueva, desde las primera décadas del siglo XX ha existido un servicio de consignas públicas o privadas, pero no en edificio exclusivo, sino como parte de otras instalaciones, como por ejemplo los (insalubres y peligrosos cuando yo los conocí) balnearios donde podías alquilar una cabina para dejar la ropa, bajar por una escalera llena de verdín y bañarte sin necesidad de pasar por la playa, luego ducharte y cambiarte de ropa "de calle".
En los primeros años 50 y bajo proyecto de Miguel López, se edificaron los pabellones de baños, compuestos por varios edificios, donde se podía dejar la ropa, ducharse y todo lo demás. Había sección de señoras, caballeros y familiar. El pabellón central era el restaurante y en la terraza se llegó a montar una especie de sala de fiestas decorada "exóticamente" con farolillos, cañizo y todo lo que se terció. Se llamaba Tronío. En la Albufereta también hubo otros, pero más pequeños.
Pero llegó la gran reforma de los años 67-68, donde desapareció la estación de clasificación de mercancías, los balnearios y e incluso los pabellones de baño que se sustituyeron por otros elevados sobre pilares y que en la segunda gran reforma de 1995 fueron derribados paulatinamente (primero los laterales y luego el central donde estaba el botiquín y el bar). Los servicios municipales fueron agrupado en el actual edificio que hay junto a la pasarela, pero las cabinas para cambiarse y ducharse desaparecieron.
Aunque pueda parecer un retroceso y que lo de antes era mucho mejor no lo creo. Cada época tiene sus necesidades y antiguamente, entre la "moral" que impedía ir por la calle con ropa demasiado veraniega, las multas que se empezaron a poner por falta de decoro (sobre todo a las sras, claro) si iban con bañador aunque con alguna blusa por encima por las calles del centro y que los tejidos de esos bañadores eran más gruesos, con más tela y por lo tanto más difíciles de secar e incómodos de llevar húmedos hasta llegar a casa, justificaban la existencia de esas instalaciones.
Tarifas y cubículos de lona para cambiarse...
Las fotos de época tienen diversa procedencia, de Alicante Vivo, de El nostre Alacant d'antany y de Fco Rodríguez Valderrama.
Y la canción veraniega que quizás empezó con el fenómeno de "canción del verano" fue Cando calienta el sol, grabada por los Hermanos Rigual en 1961 y versionada cientos de veces hasta por Luis Miguel. Pero taigo una versión curiosa en español de Nancy Sinatra.