Article traduït al valencià per Gonzalo Pons Delgado en ESTE ENLLAÇ
Seguro que muchos de vosotros lo habréis visto aunque no hayáis entrado en la farmacia de Iñaki Malluguiza, en Alfonso el Sabio 13 esquina a Castaños 53, porque es visible desde la calle por sus dimensiones y colorido ya que recorre dos de las paredes del local. Y esa al parecer fue la intención del arquitecto J.A. García Solera, cuando le encargó a Manuel Baeza un espectacular mural curvo para completar la decoración de la botica cuando Ramón Malluguiza y Rodríguez de Moya, adquirió la oficina de farmacia de Fermín Redondo Arranz. Pero vayamos por partes...
Aunque el sr Malluguiza fue un importante miembro de la sociedad alicantina y alcalde de la ciudad, en este artículo, nos vamos a ceñir a las cuestiones relativas al mural que va ligado indiscutiblemente a la farmacia para la que fue creado.
Instancia y croquis de la farmacia para la solicitud de apertura al Ayuntamiento de Alicante.
Y como he dicho antes, después de trasladarse con su familia a Alicante, le compró la farmacia al Sr. Redondo, procediendo a la transformación por completo del local y debiendo pedir licencia de apertura de nuevo al Ayuntamiento. Los permisos para una farmacia eran especialmente complicados, tenía que cumplir muchos trámites e inspecciones, además de facilitar unas largas listas de productos y utensilios para elaborar las fórmulas magistrales (hoy en día casi en desuso, ya viene todo hecho por las grandes compañías farmacéuticas). Esas listas exigidas, ya las hemos visto en este blog con otras farmacias, pero como curiosidad, entre los productos enumerados están por ejemplo, el "Bálsamo tranquilo", el "Canforato de piramidón" o el "Cornezuelo de centeno" y utensilios tales como "Aparato extractor de Sochlet" y "lebrillos de loza o barro" de los que solo conozco esto último.
Además de la instancia de petición, se adjuntan varios documentos sobre el local, la propia titulación del solicitante y las visitas de inspección.
Foto de Ramón Malluguiza y un empleado en la farmacia bajo el mural. Facilitada por Iñaki Malluguiza.
Pero tras el derribo y reconstrucción del edificio (proyectado por A. Cánovas y A. del Bello) en 1991, la farmacia retornó a su lugar de origen y el mosaico fue colocado de nuevo en su sitio y con la misma orientación que originalmente: justo enfrentado al chaflán. Como vemos se altera un tanto la continuidad de las teselas, que originalmente no tenían particiones (comparar con la foto de 1958).
En 2014 el titular de la farmacia, Iñaki Malluguiza, decidió reorganizar y redecorar la botica girando un cuarto de vuelta el mosaico, procediendo a su restauración por parte de Bárbara de Arcenegui (a la que vemos trabajando y que generosamente nos ha permitido usar estas dos imágenes) eliminando las separaciones que se habían añadido en la anterior colocación.
La obra de arte siempre ha ido de la mano de la farmacia y de la familia y por eso el orgulloso titular y propietario de la misma, encargó un azulejo a Morán Berruti, para informar de su existencia.
La verdad es que para acompañar con música esta entrada, he dudado entre dos canciones: una un tanto cursi, la verdad y otra que hoy en día igual no hubiera sido vista con buenos ojos. Las dos fechadas en 1958, fecha de apertura de la actual farmacia. Pues mira: voy a poner las dos y a ver si adivináis cual es cual...
La primera es "Una casita en Canadá" cantada por Elder Barber, por lo visto una gran estrella en aquél año puesto que hasta tuvo el honor de inaugurar la sala de fiestas Albany en los bajos del Casino (San Fernando y Explanada). La canción es italiana, escrita por Vittorio Mascheroni, Mario Panzeri y Augusto Algueró Algueró.
La segunda es "Mi hombre" cantada por Sarita Montiel, en ese año en la cumbre de su carrera. La canción se canta en La Violetera y es una traducción de "Mon homme" que ha cantado hasta Barbra Streisand, compuesta por un montón de gente: Yvain, Mardochee, Willemetz, Arozamena y Cadenas.